Descripción
La mente adolescente de Michelangelo Buonarroti (1475-1564), conocido en español como Miguel Ángel, era un incesante campo de batalla: en su conciencia luchaban las fuerzas opuestas de la fe religiosa y la belleza pagana, que le sirvieron de estímulo para crear sus magníficas obras de arte.
Miguel Ángel poseía un carácter tan severo e intransigente como prolífico. El artista, uno de los de los tres «gigantes» del Cinquecento florentino, era mucho más solitario que sus coetáneos Leonardo Da Vinci y Rafael, a quienes sobrevivió más de cuarenta años. Está considerado como uno de los mejores artistas de todos los tiempos, y sus manos dieron forma a muchos de los frescos y esculturas que más se admiran en el mundo.
Como alumno de la Academia de los Médicis, Miguel Ángel se vio influido por los miembros de la élite que le dieron formación y le encargaban obras. Orgulloso de su origen aristocrático, hacía todo lo posible por presentarse de forma distinguida y sofisticada. Le fascinaba especialmente la elegante caligrafía de los humanistas y adoptó como propia la «cursiva humanista» (después conocida como escritura cancilleresca).
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