Descripción
Desde que la humanidad tomó conciencia de su propia mortalidad comenzó a protegerse de todo aquello que podría llevarla a la extinción. En 1630 el doctor Charles de Lorme confeccionó un traje protector para atender exclusivamente a los pacientes infectados con la peste. Constaba de guantes y botas de cuero; pantalones, blusa y abrigo largo encerados y perfumados; sombrero y una máscara que le cubría completamente el rostro con dos cristales para ver y un pico de casi quince centímetros relleno con paja fresca, hojas de menta, alcanfor y otros elementos que filtraban las miasmas, es decir, el aire nocivo que pudiera transmitir la enfermedad.